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lunes, 7 de junio de 2010

Ausencia

Varias personas me han comentado su extrañeza por la ausencia de nuevos comentarios en el blog. Sé que ha pasado mucho tiempo desde el último. Sé que al menos debería haber informado de qué ocurría pero, a veces, la vida te impone su ritmo, te obliga a alejarte de las cosas queridas. Mi blog es una de ellas. No lo he olvidado pero, en ocasiones, uno se ve desbordado por las circunstancias. Las fuerzas desfallecen y es imposible llevar a cabo la empresa prometida.
Sin embargo, volveremos.¿Cuándo? Seguramente desde mediados de julio.Una vez que resolvamos una importante cita que tendremos desde finales de junio, todo será diferente.
Quisiera agradecer con estás líneas a todas las personas que se han estado interesando por mí y a las que nos han dejado sus comentarios como Aviadora. Seguiremos en contacto, no lo duden.

Saludos.

martes, 27 de enero de 2009

Oscuridad

Quizá influido por el comentario de ayer, hoy me siento oscuro, demacrado creo yo. El agobiante bombardeo de noticias que recibo de los medios de comunicación: desgracias, catástrofes, suicidios, violencia.....muerte, sangre, esperpento de mudo mundo que nos ha tocado compartir.
Parece que todo se vuelve oscuro, despojándonos de la llama vital que se apaga hacia el ocaso.
Todos estos sentimientos han logrado que recuerde los versos de un inquietante poema del enigmático Lord Byron, poeta romántico inglés, "Darkness (Oscuridad)"


"Tuve un sueño que no era del todo un sueño.
El brillante sol se apagaba,
y los astros
vagaban apagándose por el espacio eterno,
sin rayos, sin rutas,
y la helada tierra
oscilaba ciega y oscureciéndose en un cielo sin luna.
La mañana llegó, y se fue,
y llegó,
y no trajo consigo el día,
Y los hombres olvidaron sus pasiones
ante el terror de esta desolación,
y todos los corazones
fueron en una plegaria egoísta por luz.
Y vivieron junto a hogueras,
y los tronos,
Los palacios de los reyes coronados,
l las chozas,
las viviendas de todas las cosas que habitaban,
fueron quemadas en los fogones,
las ciudades se consumieron,
y los hombres se reunieron en torno a sus ardientes casas
para verse de nuevo las caras unos a otros.
Felices eran aquellos que vivían
dentro del ojo de los volcanes,
y su antorcha montañosa.
Una temerosa esperanza era todo lo que el mundo contenía;
Se encendió fuego a los bosques,
pero hora tras hora
fueron cayendo y apagándose,
y los crujientes troncos
se extinguieron con un estrépito.
Y todo quedó negro.
Las frentes de los hombres, a la luz sin esperanza
tenían un aspecto no terreno cuando de pronto
haces de luz caían sobre ellos;
Algunos se tendían
y escondían sus ojos y lloraban;
Otros descansaban sus barbillas en sus manos apretadas
y sonreían;
Y otros iban rápido de aquí para allá
y alimentaban sus pilas funerarias con combustible,
y miraban hacia arriba
suplicando con loca inquietud al sordo cielo,
El sudario de un mundo pasado,
y entonces otra vez con maldiciones se arrojaban sobre el polvo,
y rechinaban sus dientes y aullaban;
las aves silvestres chillaban y,
aterrorizadas,
revoloteaban sobre el suelo,
y agitaban sus inútiles alas;
Los bestias más salvajes venían dóciles y trémulas
y las víboras se arrastraron
y se enroscaron escondiéndose entre la multitud,
siseando, pero sin picar,
y fueron muertas para servir de alimento.
Y la Guerra, que por un momento se había ido,
se sació otra vez;
una comida se compraba con sangre,
y cada uno se hartó resentido y solo
atiborrándose en la penumbra:
No quedaba amor.
Toda la tierra era un solo pensamiento
y ese era la muerte inmediata y sin gloria;
y el dolor agudo del hambre
se instaló en todas las entrañas,
hombres morían
y sus huesos no tenían tumba, y tampoco su carne;
Hambrientos por hambrientos fueron devorados.
Y aún los perros asaltaron a sus amos,
todos salvo uno,
y aquél fue fiel a un cadáver, y mantuvo a raya
a las aves y las bestias y los débiles hombres,
hasta que el hambre se apoderó de ellos,
o los muertos que caían
tentaron sus delgadas quijadas;
Él no se buscó comida,
sino que con un gemido piadoso y perpetuo
y un corto grito desolado,
lamiendo la mano que no respondió con una caricia,
murió.
De a poco la multitud fue muriendo de hambre;
Pero dos de una ciudad enorme sobrevivieron,
y eran enemigos;
se encontraron junto a las agonizantes brasas de un altar
donde se había apilado una masa de objetos sagrados
para un fin impío;
Hurgaron,
y temblando
revolvieron con sus manos delgadas y esqueléticas
en las débiles cenizas,
y sus débiles alientos
soplaron por un poco de vida,
e hicieron una llama que era ridícula;
entonces levantaron sus ojos al verla palidecer,
y observaron el aspecto del otro,
miraron, gritaron,
y murieron.
De puro espanto mutuo murieron,
sin saber quién era aquel sobre cuya frente
La hambruna había escrito "Terror".
El mundo estaba vacío,
lo populoso y lo poderoso era una masa,
sin estaciones,
sin hierba, sin árboles, sin hombres,
sin vida;
Una masa de muerte,
un caos de dura arcilla.
Los ríos, lagos, y océanos
estaban quietos,
y nada se movía en sus silenciosos abismos;
Los barcos sin marinos yacían
pudriéndose en el mar,
y sus mástiles bajaban poco a poco;
cuando caían dormían en el abismo
sin un vaivén.
Las olas estaban muertas;
mareas estaban en sus tumbas,
antes ya había expirado su señora la Luna;
Los vientos se marchitaron en el aire estancado,
y las nubes perecieron;
la Oscuridad no necesitaba de su ayuda...
Ella era el universo".

lunes, 26 de enero de 2009

¿La paz?

Cuando veo tantos cuerpos despedazados, vísceras ensangrentadas por estúpidos motivos, el asco se apodera de este ser humano que desea a toda costa huir de un mundo ruin y absurdo. Como si de un alto al fuego se tratara, el 30 de enero se celebra el día de la Paz que, si bien supone un motivo de concienciación del pueblo, en la práctica sólo es un día en el cual nos cubrimos los ojos con una venda que nos hace ser mejores y más interesados por el dolor ajeno.


¿Por qué no pedimos que los trescientos sesenta y cinco días del año sean día de la Paz y ésta sea derramada por toda la tierra fértil ? ¿Acaso preferimos cadáveres que llenan fosas de sufrimiento y angustia?

martes, 13 de enero de 2009

La vida en la frontera


Nos encontramos siempre en la frontera, en la línea divisoria del bien y del mal. Las circunstancias que rodean nuestras vidas hacen que nos encontremos en muchas ocasiones en una duda razonable.

El calor de una melodía que resuena en mi cabeza insistentemente calma mis impulsos. Esas notas que me vienen una y otra vez pertenecen al buen hacer de un grupo español llamado Radio Futura (¿habrá alguien que no los conozca?).

Aparecen ante mis ojos unas notas que dicen:

A veces sopla un viento triste y frío
los días son igual que una condena
de noche se oyen voces que murmuran
un nombre donde sólo hay silencio

Si cruzas por aquí, sé precavido
si alguien te sale al paso no le des la espalda
es bueno hallar con quien hablar, a veces
pero es mejor callar cuando es preciso

No sueñes con el final del camino
pues ya, maldita sea, otros aguardan
para tomar su parte y ganarte
la mano sin moverse del sitio

La vida en la frontera no espera
es todo lo que debes saber

Hay hombres con miradas que fulminan
como el rayo penetra en carne viva
si matas generas un espectro
que siempre ya persigue y acecha

Bailan las mujeres en la hoguera
desnudas, con el rostro cubierto
aquella que concibe tu hijo también
acaba con las voces de lo incierto en ti

Si tienes que jugártelo a una carta
ve de cara al decir tu palabra
pero antes de que el eco la repita
Dios y el diablo te ayuden a estar lejos.
(Gracias por todos esos momentos que me han hecho vibrar con sus canciones)